La bronquitis aguda es una inflamación de la mucosa bronquial, de origen mayoritariamente vírico, que no suele durar más de dos semanas.
Cuando el niño sufre 4 o más episodios de bronquitis aguda durante un año, se considera que la bronquitis es recurrente o recidivante.
Estos episodios pueden ser frecuentes durante la época del lactante y los primeros años de vida del niño y suelen disminuir hasta desaparecer a partir dels 3-5 años.
La tos es el principal síntoma. Habitualmente, puede empezar con un resfriado de vías altas que avanza a la tráquea y bronquios. La tos suele ser seca al inicio y posteriormente pasa a ser más blanda por la secreción de mucosidad de los bronquios, con expectoración. Es frecuente escuchar sibilancias o ‘pitos’ en la respiración.
La bronquitis puede ir acompañada de fiebre, malestar general, dolor torácico y dificultad respiratoria. A veces, también se pueden tener vómitos provocados per la tos o per les flemas.
El objetivo del tratamiento osteopático en niños con bronquitis es ayudar a mejorar la función respiratoria, estimular la expectoración de mocos y promover la homeóstasis mediante el equilibrio del Sistema Nervioso Autónomo y el drenaje venoso y linfático de los pulmones, permitiendo que haya un correcto paso de aire e intercambio de gases.
El tratamiento osteopático está encaminado a mejorar la movilidad de las diferentes zonas del cuerpo que al valorarlas estén en restricción, es decir, en disminución de la movilidad, y que pueden predisponer al niño a la recurrencia de la bronquitis.
Aunque, la exploración osteopática es general, tendremos especial interés en valorar unas zonas determinadas.
Per ejemplo, el movimiento de la columna cervical, huesos de la cara como el maxilar, malares, etmoides… ya que pueden influir en la alteración de la función de les vías respiratorias superiores. Es importante que el niño pueda respirar por la nariz, de manera que se ha de abordar cualquier disfunción que perjudique la respiración nasal.
También la valoración de la movilidad del hueso frontal, los parietales y el occipital, este último por la relación con el sistema parasimpático.
El movimiento del tórax en relación con los pulmones, la movilización de las costillas, del esternón, como del diafragma torácico y cintura escapular y también, la zona anterior del cuello puede ayudar a mejorar la ventilación, aflojar el moco y estimular la expectoración.
Las primeras vertebres dorsales, a través del Sistema Simpático, contribuyen a la dilatación bronquial y bronquiolar y, por lo tanto, mejorar su movilidad nos puede ser de gran ayuda.
Anna Escanilla